Adecuar nuestra dieta a las necesidades en cada etapa de la vida es complicado. Porque parte de esos cambios acontecen sin que seamos conscientes de la transición.

Y es que a medida que avanza la edad nuestro organismo cambia y con él debería hacerlo también nuestra alimentación. De igual manera, lo que un adulto mayor necesita no es igual a lo que consume un adulto joven.

El envejecimiento trae consigo una serie de cambios físicos, mentales y funcionales que podemos prevenir o retrasar. Y de acuerdo con el Consejo General de Colegios Farmacéuticos Españoles, más del 20 % de las personas mayores no cumplen con una dieta correcta.

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¿Qué cambios suceden al envejecer?

No pienses que todo se reduce a una degeneración por el paso del tiempo. A veces el envejecimiento implica una serio de cambios fisiológicos, pero no todo es generalizable.

Aunque dichos cambios influyen en el estado de salud del paciente y alteran sus necesidades nutricionales. Vamos a ver algunos de esos cambios.

Cambios corporales

Generalmente, la cantidad de grasa magra aumenta en el organismo. Pero, al mismo tiempo, se produce una disminución de los tejidos de la masa muscular y ósea.

Y el resultado puede provocar un mayor riesgo de osteoporosis o de disminución del agua corporal. Así como una menor capacidad de regulación térmica o la necesidad de medicamentos hidrosolubles.

Tracto intestinal

Con el pasar del tiempo los procesos digestivos y la capacidad de absorción tiende a cambiar y a perder eficiencia. Por ejemplo, la absorción de nutrientes y vitaminas como hierro y calcio se reducen.

Además, hay un mayor riesgo de reflujo gástrico, atragantamiento y pérdida del apetito. Lo que resulta en anemias, diarreas, estreñimiento y otros trastornos que afectan a la salud.

También, la masticación suele verse alterada con la edad debido a la pérdida de dientes, lo que hace más difícil comer.

Igualmente, las encías pierden densidad. Y esto lleva a una reducción de fuerza mandibular. Sin olvidar la salivación, que comienza a ser inadecuada.

Estos problemas generan un bajo consumo de frutas y verduras. Así como de carnes y fibra, influyendo en la dosis de hierro ingerida.

Gusto y olfato

Durante el envejecimiento, las papilas gustativas se atrofian y disminuye el sentido del olfato. Y esto reduce el placer de comer alimentos que antes te gustaban, ocasionando la pérdida de interés.

Además, la sensibilidad por el dulce o el salado cambia, lo que te lleva a querer consumir alimentos más sazonados o muy azucarados.

El metabolismo

Las personas que nunca han sido diabéticas pierden tolerancia a la glucosa y el metabolismo basal se reduce ¿resultado? Es más fácil y rápido engordar.

Sistema renal y cardiovascular

Las arterias se vuelven más rígidas y el colesterol aumenta su concentración en la sangre. Además, el ritmo cardíaco y la capacidad renal se reducidos con la edad, lo que genera problemas de nutrición proteica.

Sistema inmunológico

Disminuye la eficacia de las defensas del organismo, por este motivo un anciano tiende a enfermar más a menudo ante agentes infecciosos.

También significa que la prevalencia de enfermedades aumenta con la edad.

Necesidades nutricionales

Ante todos los problemas mencionados anteriormente, los ancianos necesitan una dieta equilibrada para poder mantener su estado de salud.

Por lo tanto, debes incluir vitamina D, B12, Calcio, Fósforo, Zinc, Fibra, Hierra y Potasio en tu dieta. Pero no sin antes consultar a un especialista que te guíe.

En mSoluciona sabemos lo importante que es adecuarse a cada persona que se pone en nuestras manos. Por eso formamos a nuestro equipo para que pueda atender todas tus necesidades. ¿Necesitas asistencia domiciliaria? Llámanos  o contacta con nosotros