La psicomotricidad es una función muy importante en la vida de cualquier ser humano. Nos hace capaces y autónomos. Y aunque empieza a desarrollarse durante la infancia, hay que cuidarla a lo largo de la vida.

Sin embargo, cuando nos adentramos en la vejez, es cuando más atención deberíamos ponerle. Ya que podemos sufrir problemas como la pérdida de masa muscular u ósea que podrían hacerla peligrar.

Del mismo modo, el paso del tiempo podría afectar a otros tejidos y limitar así nuestra movilidad. Por eso hoy vamos a ver cómo trabajar este aspecto para mejorar nuestro estado general o el de nuestros mayores.

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¿Qué es la Psicomotricidad?

La psicomotricidad es la capacidad de comunicación y respuesta entre nuestra mente y la movilidad de nuestro cuerpo.

Hablamos por tanto de tratar, valorar y trabajar sobre todas aquellas facultades sensoriales, emocionales, cognitivas y motrices de una persona.

Tipos de psicomotricidad

Veamos los diferentes tipos de psicomotricidad que conocemos.

  • Social y afectiva. Permite a las personas relacionarse con otras, conocer nuevas circunstancias y afrontar miedos.
  • Educativa. Se fundamenta en actividades psicomotrices como ejercicios lúdicos para la coordinación. Todo con la intención de distinguir habilidades corporales.
  • Motora. Se centra en permitir al individuo tener control y dominio de su movimiento corporal.
  • Cognitiva. Mejora la concentración, atención y, en general, la memoria.
  • Acuática. Estimula movimientos sobre el agua que, mediante coordinación, mejoran la orientación.

Desarrollo en la etapa adulta y la vejez

El fomento y mejora de la psicomotricidad se afronta desde edades muy tempranas. Además de contemplarse en los currículums escolares. Pero cada etapa tiene sus particularidades.

En la tercera edad no es tan común centrarse en actividades que mejoren o mantengan una psicomotricidad en plena forma. Lo que no significa que no sea necesario.

Es por ello que se adaptan ejercicios (siempre que sea posible) que permitan a nuestros mayores frenar los efectos del envejecimiento.

Ejercicios de psicomotricidad según el tipo

En primer lugar, la psicomotricidad gruesa abarca todas las actividades que puedan realizar mediante el control total de su cuerpo. Como por ejemplo:

  • Saltar obstáculos (siempre que sea posible).
  • Caminar.
  • Ejecutar giros.
  • Hacer ejercicios de coordinación de brazos.

Y la psicomotricidad fina está vincula a actividades que pueden ser realizadas específicamente con las manos. Como:

  • Atarse los cordones de los zapatos.
  • Colocar piezas en sus espacios correspondientes, según forma o tamaño.
  • Cortar siguiendo una línea de puntos o realizar trazados en línea recta, oblicua o inclinada.
  • Envolver objetos en papel u otros materiales.
  • Abrochar y desabrochar prendas de ropa.
  • Hacer figuras o formas con plastilina o arcilla mediante el moldeo de la misma.

Como ves existen diversas actividades que pueden formar parte de las rutinas de nuestros mayores. Así les ayudamos a mantenerse activos y sanos por más tiempo.

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